lunes, 11 de agosto de 2008

Trabajo y conviccion

Todos los seres humanos, sin importar ninguna condición y situación en la que se encuentren, tienen en su vida el potencial otorgado por el simple hecho de ser humanos. El potencial que tenemos, es infinito e inagotable y se expande constantemente. Este, no radica en lo que la mente cree, ya que solo la experiencia de un logro prueba que algo es posible. Es entonces que cualquier situación, suceso y objetivo, es improbable hasta poder experimentarlo. Empero, nuestras proyecciones tienen un margen de error muy grande.
Se puede decir a ciencia cierta, y es algo que experimentamos diariamente, que a lo largo de nuestra vida, se dan muchas cosas que no creemos posibles hasta que suceden, o en el caso de una meta, cuando la logramos efectivamente. En la vida de nuestra raza, en nuestra evolución, encontramos una infinidad de cosas que para una época eran inimaginables, y que tiempo después, no solo se pudieron pensar sino que fueron concretadas. Por eso, es que creo que tenemos a nuestra disposición, el potencial de desarrollar cualquier cosa en la que podamos soñar o imaginar. Es así de simple, si lo podemos imaginar en nuestra mente, ¿Cómo no habría de ser posible? En últimas, lo humanamente imposible seria algo en lo que no podríamos pensar, con lo cual, ni siquiera lo podríamos conocer. De ahí parte la conclusión, de que es ridículo hablar de lo imposible, ya que todo lo que podemos pensar es posible. En algún momento de nuestra existencia personal, o prolongada en los que nos proceden, cualquier cosa que ocurra en nuestra mente tiene el potencial de suceder.
Ahora, por otro lado, esto no significa que no haya ciertas condiciones necesarias para realizar cualquier logro. Por supuesto, no quisiera entrar en el terreno de lo mágico, ni mucho menos de la fantástico. Es mi opinión, que solamente hay dos cosas necesarias para alcanzar un objetivo. Estas son nada más y nada menos que, convicción y trabajo. Solamente teniendo la certeza y la confianza de que podemos lograr algo, abrimos la posibilidad de realizarlo. El que no confía en su objetivo, se reconoce incapaz de lograrlo, con lo cual por supuesto, ni siquiera intentara llevarlo a cabo.
De todas formas, la pura convicción, aunque primordial, no alcanza. Es necesario trabajar y sacrificarnos por nuestros logros. El empeño y la persistencia en nuestro trabajo, se transforman en la segunda llave que abre el cofre de nuestros objetivos. Es así que, convicción y trabajo son dos fuerzas que trabajan juntas y que son absolutamente complementarias e inseparables. Trabajo sin convicción es una perdida de tiempo, y creer en algo sin poner manos a la obra, es ilusión pura. Solamente juntando esos dos poderes, accedemos a la inefable y siempre creciente realidad de nuestro potencial.
Por otro lado, podemos pensar que la motivación juega un papel muy importante en nuestra labor. Por suerte, no hay ningún lugar más que de la convicción, de donde podamos extraer la motivación necesaria para encarar nuestro trabajo. El resto de las fuentes para la motivación, son efímeras, volátiles, o inciertas.
Por ultimo, creo que no debemos perdernos de algo esencial. Nuestro objetivo, debe estar planteado una sola vez, y es al comienzo del camino a realizarlo. Debemos entregarnos luego, a los vaivenes del camino, a sus extensos obstáculos, aciertos y fallos. Pero nuestro enfoque, tiene que estar pura y exclusivamente en cada paso que damos. Solo debemos procurar mantener nuestra convicción y nuestro trabajo. Poner la mente y el esfuerzo en algún otro lugar, no hace más que agregar dificultades y nos nublan el camino. Analizar nuestra travesía, calcular la distancia hasta nuestro destino, compararnos con el resultado de otros, medir nuestros frutos aparentes, no hacen más que traer ansiedad, frustraciones e incertidumbre. Por otro lado, generan un gasto de energía inmensamente valiosa. Es necesario abandonar el miedo, entregarnos al eterno fluir del camino y solo preocuparnos por dos cosas: CONVICCION Y TRABAJO.

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